A las cinco y media de la tarde. Eran las cinco y media de la tarde.
Un monaguillo hizo la señal a las cinco y media de la tarde.
Un ataúd con ruedas era el coche nupcial. A las cinco y media de la tarde.
Le sacaron del lecho tribal. Le sacaron con los pies por delante.
Viendo tu cuerpo yaciente, quién te ve y no te recuerda,
toreando en cien plazas de Alonso, Minas o Huertas.
Qué porte con las delgadas, qué garbo con las obesas...
Pero ahora..., ahora tu cuerpo yace tendido en un nicho de Alcobendas.
Pero los Tajúas que te recuerdan, te llamarán por la Ouija,
¡Por ver si te vienes de fiesta!
viernes, 1 de febrero de 2008
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