viernes, 1 de febrero de 2008

El entierro de Joaquín

Siete años...
Siete años tardó en casarse, pero al final la pringó.
Las mujeres de los Tajúas están de fiesta mayor;
“a ver si cunde el ejemplo en toda la población”.

La tribu Tajúa al completo precedía la procesión.
Todos vestían de negro como es costumbre y rigor.
Saturnino fue quien no vino, aunque sí lo prometió.
El Pérez que está en el cielo, y el Pérez que reencarnó.
Todos cruzaban los dedos: “¡No, por ahí no paso yo!”

Muchas pibitas había, llorando con profusión.
La Foca llevaba sus crías, dando teta y biberón.
Seguía una tal Maravillas, por la que casi palmó.
A la “Feti”, “Gordi” y “Loqui” alguien las reconoció.
Y muchas más que no recuerdo su nombre ni condición.
Las conquistas de los Jueves, rezando con devoción.
Y una puta de cabina cerraba la procesión.

Y un sotanas so cuervo fue quien tuvo el honor
de enterrar una carrera de futuro y proyección.

El chef del Tanatorio comenzó la preparación:
huesecitos de difunto, con higaditos al ron;
las mujeres se disputaban lo mejor de la partición;
pasaba de boca en boca, como abeja de flor en flor.

Los Tajúas dejaron flores, que llevaban una inscripción:
“Te esperamos buen amigo, en tu nueva reencarnación”
“Te esperamos buen amigo, en tu nueva reencarnación”

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